Familia y trabajo. El hablar para equilibrar

La familia como el trabajo son importantes para el ser humano ya que conforman gran parte de nuestro tiempo y energía que destinamos en el día a día, pero también nos posicionan en lugares distintos que conforman nuestra personalidad, y el quiénes somos, como trabajador/a, como madres y padres, parejas, hijas/os, etc.

 

Equilibrar el trabajo y la familia es algo complejo ya que existen muchas variables que nos empujan a descuidar uno o la otra, pareciendo que conjugarlas es un problema.

 

A nivel emocional y psicológico, el trabajo cumple con varias funciones ya que no sólo ocupa un lugar importante en nuestra distribución de horas y energía que empleamos para la actividad que realizamos, si no que también nos permea como sujetos, desde el obtener recursos económicos para sustentarnos, dándonos la sensación de tranquilidad financiera, como también se viven situaciones de estrés o inclusive ansiedad, afectando nuestro estado de ánimo. Así mismo, puede ser un espacio en el cual nos sentimos realizados, dándole forma y sentido a lo que hacemos y quienes somos.

 

Por otra parte, tenemos a la familia, ese lado más privado, más íntimo donde también se viven situaciones difíciles, ya sea con algún integrante de ella o por diferentes situaciones, generando de igual forma que en el trabajo estrés, ansiedad, frustración, entre otras, pero también experiencias que nos dan felicidad, nos enriquecen y nos dan sentido como personas.

 

Estos dos espacios nos afectan por separado y en conjunto, mezclándose los espacios laborales con los familiares, afectando uno al otro y viceversa. Es común ver a personas que por problemas familiares se abocan del todo a lo laboral, “para no pensar en los problemas”, o que lleguen a casa a descargar las frustraciones del trabajo.

 

¿Qué podemos hacer para encontrar un balance entre estos dos espacios?

 

Primero que todo, es necesario aprender a separarlos, aunque cueste. Es necesario darnos un momento para nosotros mismos, salir del “piloto automático”, el  detenernos un rato al día para reflexionar en el cómo nos sentimos. Haciendo esto podemos identificar las emociones y sentimientos que cargamos. El ponerle nombre a lo que vivimos y sentimos, esto nos sirve para luego comunicarlo a los demás y entiendan lo que nos pasa. Con esto se puede tener una retroalimentación de lo que compartimos o inclusive un apoyo.

 

Algo que ayuda mucho para equilibrar estos dos espacios es que podamos darnos el tiempo para estar con la familia. Muchas veces pasamos más tiempo en el trabajo que con nuestros seres queridos y el lograr entablar conversaciones o hacer actividades con la familia o con algún integrante de esta, nos permite cultivar estas relaciones, fortalecerlas y dar espacios de escucha y entendimiento. Es ESTAR en ese momento con las y los integrantes de la familia y dejar de lado los pendientes o problemas del trabajo. Como dicen: “tiempo de calidad”.

 

Si te sientes agobiada/o por no lograr formas de equilibrar esto, se vale pedir ayuda, a las y los mismos familiares, esto nos puede facilitar el llegar a acuerdos que les permitan resolver las distintas problemáticas de la familia e inclusive las individuales.